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miércoles, 7 de septiembre de 2011

EMILITA RONDON

Napoleón Pisani Pardi


    “Ojalá y mis cuadros ayuden a quienes los contemplen, para que la vida se les haga menos dura y cancelen lo malo, que boten esas cosas que entristecen y se dispongan a vivir como Dios manda, con amor”.

    Emilita Rondón vive en Mampote, en la casa de su yerno, el pintor Adrián Serrano, quien más ánimos le diera en sus inicios en el arte. Ella nació hace sesenta y cinco años en Tovar, Estado Mérida. “Estando pequeña, veía a mi abuela y a mi mamá hacer figuras en anime para los pesebres de Navidad”. – cuenta –. “Puede ser que de ahí me venga el entusiasmo por la pintura, no sé”.
    En la sala de su casa, un ambiente adornado con todos los objetos que han sido creados para halagar la sensibilidad de los seres humanos, Emilita me habla acerca de sus inicios en la pintura, de sus planes y anhelos, y de sus experiencias como artista, como artista popular.


Sus primeras obras

    “Yo comencé a pintar después que se murió mi esposo. Hacía cuadros pequeños, donde aparecían gente bañándose o pescando en los ríos, uno de aquellos cuadros se llamaba “Despojo en el Río”. Las personas que más me entusiasmaron para seguir pintando fueron Victoria Gudiño y Adrián Serrano. Victoria es la directora de la Casa de la Cultura de Turmero. Ella y Adrián que está casado con mi hija Reyna, fueron los que más me ayudaron”.
    Emilita ha realizado 20 exposiciones individuales y participado en una gran cantidad de exhibiciones colectivas. Está representada en el Museo de Arte Popular de Petare; Museo de Arte Contemporáneo de Caracas “Sofía Imber”; Museo “Salvador Valero”, Trujillo; Fundación Polar, Caracas; Casa de la Cultura de Los Teques; Venezolana de Ferrys, CONFERRY, y en numerosas colecciones de Venezuela y del exterior. Además, ha obtenido importantes Premios y Menciones Honoríficas en algunos Salones de Arte organizados en el país.

Su mundo espiritual

    “Mi pintura está llena de vida y de sentido. Ella expresa, ante todo, la magia, la alegría, el color, la armonía, la religiosidad, que se encuentran alrededor de uno y que la gente no ve o no quiere ver. Los motivos que prefiero pintar son los paisajes de colores vibrantes, en los que se perciban una sensación de eterna primavera. Me agradan, también, los temas religiosos, los siento muy dentro de mí, y los realizó con una gran espiritualidad. Igualmente pinto matrimonios, porque le doy un toque humorístico. Y hago retratos de Simón Bolívar, porque siento mucha admiración y respeto por ese hombre que, para mí, fue el más grande de Suramérica”.


Una gran capacidad creativa

    Emilita es una de nuestras artistas populares que más trabaja. Ella hace muñecas de trapo, figuras de arcilla, teje cestas y sombreros en miniatura, “con cintas que saco de las bolsas de plástico. Yo les quito las asas y la tirita que las une por abajo, y luego comienzo con las tijeras a cortarlas en cinticas, y, por último, empiezo a tejer”. Uno de sus planes futuros, el que más le entusiasma y anhela, es el estar representada en los grandes museos del exterior, no obstante, muchas de sus obras se encuentran en varias colecciones privadas en Alemania, España, Estados Unidos y Suiza.
    “Ignoro el tiempo en el que me dedico a tomar los pinceles. Cuando lo hago, ansío expresar todos mis sentimientos. No me dedico a un solo tema porque no resisto la rutina, ni siquiera en la pintura. Suelo pintar en tela, cartón piedra, madera y en todo lo que parezca novedoso. No me gusta encerrar mis cuadros en un claustro, mis pinturas tienen espíritu y corazón. Me gusta la variedad. Referente al estilo, no sé lo que la gente llama estilo, a mí sólo me importa que mi obra le llegue a las personas”.


Los recursos técnicos

    Desde hace poco tiempo, a Emilita le interesa lograr mayores texturas en sus obras y, asimismo, trabajar en grandes formatos, “porque en ellos tengo más libertad” – dice –. “Pintar en esos espacios tan grandes, es como caminar sobre un campo lleno de flores, con un sol muy luminoso en un cielo inmenso, y muy azul. Otra cosa, Pisani, necesito sentir que mi pintura llegue a cada rincón de la Tierra. Eso obedece, tal vez, a que siempre he sido amante de los viajes, de conocer nuevas personas. Cada vez que algunas de mis obras se van para el exterior, yo viajo con ellas, porque en cada una de mis pinturas hay algo de mi persona. Además, mis cuadros llevan en sus líneas y en sus colores, el mensaje de amor más inmenso que les puedo ofrecer a mis semejantes”.
    Cuando Emilita organizó su octava exposición individual en el Taller “José Fernández Días” de Catia, en octubre de 1990, ella declaró lo siguiente: “Ojalá y mis cuadros ayuden a quienes los contemplen, para que la vida se les haga menos dura y cancelen lo malo, que boten esas cosas que los entristecen y se dispongan a vivir como Dios manda, con amor”.

Entrevista publicada en la revista Páginas Nº 1816, de fecha 4 de mayo de 1995.

Emilita Rondón falleció en Mampote, Estado Miranda, en el año 2006.

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