Napoleón Pisani Pardi
Fotos: Luis Leal
“En este país la cultura siempre ha sido marginada. Pero en este gobierno, en particular, existe un distanciamiento pronunciado entre los que dirigen la cultura y quienes la nutren con su trabajo cotidiano”.
Pablo Apolinar Livinalli Santaella, de signo Leo, es un hombre delgado y con mirada de felino en acecho (quizás por haber nacido en la fecha que simboliza el león), que pinta arquitecturas y figuras humanas flotando en el espacio sideral. El trabaja muy cerca de su pequeño jardín interior, su edén, como él lo ha llamado. “Mi patio es un paraíso donde levanto una mano y tomo una estrella, bajo la mano y recojo una flor”. Allí estaba cuando lo fuimos a visitar, pocos días atrás para escudriñar su mundo en el cual la realidad y el sueño se confunden.
Napoleón Pisani entrevista al pintor Apolinar. Petare, junio de 1982. |
- ¡Qué cosa tan buena! – exclamó al vernos entrar – Los críticos descienden del Olimpo para observar mi obra.
- Del Olimpo no, Apolinar, de la esquina de Panteón, – le corregimos amablemente, y de inmediato le empezamos a preguntar –. Apolinar, tú, y eso bien lo sabes, eres un hombre culto, ¿así qué cómo es eso de que se te clasifique como artista ingenuo?
- Yo no sé por qué se me sigue llamando a estas alturas “artista ingenuo”, eso lo tendrían que aclarar quienes así me llaman. Tal como yo lo veo, óyeme bien, son gente que más allá del aspecto formal de la cosa plástica, no ven más nada, por eso, alegremente, encasillan a una persona en una determinada corriente y luego es muy difícil zafarse de ello. Creo que eso obedece a una flojera mental.
- ¿Te molesta eso?
- Me molestó en un tiempo en el que me encontraba nadando en dos aguas, ahora no.
Yo digo como Jesús: “El que tenga oídos para oír que oiga”, hoy no participo en exposiciones de arte ingenuo, pero no por menospreciar a esta dignísima expresión artística, sino porque no soy pintor ingenuo. Pero yo, en cualquier parte del mundo, participaría en una muestra de pintura junto con Emerio Darío Lunar, Víctor Millán, Feliciano Carvallo, Esteban Mendoza, Bárbaro Rivas y Salvador Valero, pero con la condición de que no se clasifique la exhibición como de arte ingenuo, porque considero que ellos no lo son.
Yo digo como Jesús: “El que tenga oídos para oír que oiga”, hoy no participo en exposiciones de arte ingenuo, pero no por menospreciar a esta dignísima expresión artística, sino porque no soy pintor ingenuo. Pero yo, en cualquier parte del mundo, participaría en una muestra de pintura junto con Emerio Darío Lunar, Víctor Millán, Feliciano Carvallo, Esteban Mendoza, Bárbaro Rivas y Salvador Valero, pero con la condición de que no se clasifique la exhibición como de arte ingenuo, porque considero que ellos no lo son.
- ¿Y qué piensas tú de la pintura llamada ingenua que se hace en el país?
- Hay un planteamiento de Marta Traba sobre la cultura de la resistencia, en el que sólo aplica los cánones de la metrópolis. El único arte de la resistencia es el arte ingenuo, el arte popular. De allí que yo crea que el arte ingenuo, mucho más que el arte “culto”, es el arte que verdaderamente nos representa, en nuestro arte, es el arte que no le debe nada a nadie y que por lo tanto no está sometido a influencias extrañas. Por eso es una lástima la carencia de apoyo. No obstante, y esto lo quiero aclarar para evitar malas interpretaciones, el arte “culto” ha tenido en el país una gran trascendencia. Sería una tontería no valorar adecuadamente la obra de Soto, de Cruz Diez, de Oswaldo Vigas, de Alejandro Otero, de Mateo Manaure, quienes, entre otros, han enriquecido con su trabajo constante el medio artístico nacional, y le han dado una buena imagen en el exterior a Venezuela.
- ¿Y sobre la política cultural del Estado, qué podrías opinar?
- En este país la cultura ha sido marginada. Pero en este gobierno, en particular, existe un distanciamiento bastante pronunciado entre los que dirigen la cultura y quienes la nutren con su trabajo cotidiano. Para estos gobernantes la cultura es un espectáculo, una diversión… Esta gente carece de imaginación, no hay derecho de que nos pase esta desgracia…
- Hace falta aquello de la imaginación al poder.
- Indudablemente.
- Tu obra refleja una enorme imaginación, Apolinar. ¿Tú crees que eso te podría convertir en un buen gobernante?. Eso te lo pregunto porque en este país todos, o casi todos, quieren ser presidente, presidente de cualquier cosa. Te aclaro que yo no, pues eso de ser presidente, aunque sea de la asociación de bebedores de caña, me produce terror.
- Nunca la imaginación va al poder, lo que llega al poder no es la imaginación sino la ambición. Así que yo nunca podría tener poder.
- Háblame de tu pintura, de tus planes, de tus estudios.
- Una de las cosas que me ha dado la Escuela de Arte de la Universidad Central, es una claridad mayor del espacio imaginativo, pues antes pensaba en espacio afectivo. Sin embargo, fíjate bien, bajo este último concepto estoy preparando una exposición para el Museo de Arte Contemporáneo de mis “libros”. Esa exposición será un homenaje a Alejo Carpentier, pues esta serie de obras lleva como título “El Reino de Este Mundo”, donde traduzco en imágenes el contenido de esa famosa novela del escritor cubano.
- Bien, eso respecto a tus “libros”, ¿pero qué me dices de tu pintura de grandes dimensiones?
- Se parecen más al espacio metafísico. Estos trabajos explican realmente lo que soy.
- ¿Y qué eres?
- Soy cósmico, galáctico, universal. Soy multitud, tres, dos, uno. Soy único y libre, libre soy.
- ¿Entonces crees en la libertad?
- Soy libre. Quien vea mis obras y no vea la libertad que es respirar en ellas debe ser ciego. Esa libertad es la que permite que no haga concesiones a lo convencional.
- ¿Lo convencional está reñido con la verdadera creación?
- El problema está en no hacerle caso a lo convencional. Lo importante es romper con lo establecido para entonces poder ser libres.
¡Muera lo convencional!. ¡Viva la imaginación! – gritamos emocionados –. NO a los falsos Salones de Arte Oficial. NO a la Escuela de Artes Plásticas. NO a los falsos críticos de arte. NO a los periódicos que apoyan tanto absurdo y al público que va todos los días dócilmente al matadero… ¡Ah caramba!, ahora que recuerdo, pero si esto mismo lo dijeron “Los Disidentes” hace más de treinta años en París.
Entrevista publicada en la revista KENA Nº 394, de fecha 10 de junio de 1982
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