NAPOLEÓN PISANI..,

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domingo, 22 de abril de 2012

LOS ESPACIOS CONSTELADOS DEL PINTOR APOLINAR

Napoleón Pisani Pardi
Fotos: Luis Leal, Gerónimo Villegas y
Napoleón Pisani

Napoleón Pisani entrevista al pintor Apolinar.
Petare, junio de 1982.

    Bajo el título de Las Estrellas Transfinitas de Apolinar, el Museo de Arte Popular de Petare, Bárbaro Rivas, ha organizado una muestra individual, con ochenta obras, de este excelente creador popular venezolano, con quien, hace pocos días, sostuvimos una larga y gratificante conversación, en esta institución cultural.

-   Apolinar, hace treinta años te hice una entrevista en la que era tu casa de la Calle La Paz de Petare, la cual, desafortunadamente, está en ruinas. Recuerdo que en aquella ocasión conversamos dentro de un pequeño jardín al que llamabas “mi edén interior”. En esa entrevista, que fue publicada en la revista KENA, te hice un comentario acerca de la insistencia de llamarte pintor ingenuo, por parte de alguna gente del medio artístico nacional. Quizás, al comienzo de tu actividad como pintor, si lo fuiste, pero ya no, pues, como bien tú dices, “el ejercicio del arte es una escuela”, además, tu estudiaste arte en la Universidad Central de Venezuela.
    A tres décadas de aquella conversación, y ahora que eres más aprendido, más cósmico, galáctico y universal, me gustaría saber tu opinión acerca de esa terquedad de encasillarte dentro de una determinada corriente artística.
-    Te respondo de la siguiente manera, no es una terquedad de encasillarme dentro de una corriente artística, es la terquedad de encasillar el arte en categorías artificiales, porque el arte es uno solo. No hay duda que existen diferencias en las cosas del arte, pero buena parte de esa jerarquización, se refieren al hecho de un arte que puede ser sublime, bueno, mediocre, etc., dentro de alguna de esa jerarquización está mi trabajo.

Apolinar, frente a la que era su casa de la Calle La Paz de Petare,
actualmente en ruinas.

-   Lo sideral, el espacio infinito con retazos de arquitecturas que flotan en la nocturnidad de un universo inquietante, intemporal y enigmático, es una constante en tu obra. Pero también sé de otros temas que paralelamente incorporas a tu trabajo plástico; me refiero a esas obras en pequeño formato que tú has denominado “libros”, y a las esculturas realizadas en “asercol”, que es una mezcla de aserrín y cola plástica.
    Ahora bien, Apolinar, en tus cuadros de grandes dimensiones, en los que pintas hermosos cielos constelados, yo percibo la intención de acercarte al mundo de lo sagrado. ¿Esto es así?
-    Absolutamente sí, en primer lugar el cielo tuvo que haber sido en el mundo primitivo, la primera gran hierofanía, es decir, presencia de lo sagrado que inquietó por primera vez al hombre, y me sigue inquietando a mí. Pero además, esos cielos que yo pinto son los caminos que hallará el hombre hacia el espacio exterior.

  
-   Después de vivir veinticinco años en Taguao, esa pequeña población del Litoral Central, retornas a esta ciudad de muchedumbres, de tribulaciones y de transgresiones, con muchas ganas de hacer cosas. Los ochenta y tres años no te pesan, no menguan esos deseos de seguir jugando con las estrellas transfinitas que colocas en la grandiosidad de tus universos; donde tú, Apolinar, nos haces sentir como viajeros hacia un santuario que conserva su máxima pureza.
    Así me hace sentir tu arte, Apolinar.
-     Yo no estoy en la ciudad por haber querido venirme, en Taguao fui feliz porque tuve la oportunidad de desarrollar mi trabajo en un espacio sumamente hermoso, donde el rumor del mar era el eterno compañero, y donde además gozaba de un espacio espléndido para mi trabajo. Ahora, en la ciudad, tengo menos espacio, más ruido, pero como tú dices, no se me acaban las ganas de continuar con mi trabajo.

-   Apolinar, tú fuiste amigo de Bárbaro Rivas, y sabes que él fue un genio como artista, como igual lo sabe nuestro amigo Miguel Von Dangel, quien considera que este artista petareño es el pintor de temas religiosos más importante del país. Cosa que yo comparto, y creo que tú también. Hace días, en este mismo Museo de Arte Popular, conversamos sobre un personaje al que Rivas le decía “el alemán”. Nosotros conocimos a ese personaje que tanto daño le hizo a este artista popular. Fueron muchísimas las obras que “el alemán” le cambió al pintor por botellas de caña blanca, y en otras ocasiones se las “compro” por menos de diez bolívares. Más de cincuenta pinturas de Bárbaro, que “el alemán” guardaba en el apartamento de uno de los edificios de Altamira que se desplomó cuando el terremoto de 1967, se perdieron junto con otras pinturas y esculturas con las que comerciaba este arquitecto español, pues esa era su verdadera nacionalidad.
    El padre de este personaje, fue un destacado y valiente luchador republicano que murió durante un enfrentamiento contra las tropas fascistas de Francisco Franco. Por respeto a la memoria de ese valeroso republicano, y, asimismo, por consideración al hijo del “alemán”, no mencionaremos el nombre de este inescrupuloso comerciante de obras de arte, realizadas por diferentes creadores, venezolanos y extranjeros.
    Apolinar, este comentario lo hago a manera de homenaje a Bárbaro Rivas, Emerio Darío Lunar, Esteban Mendoza, León Egipto, Cruz Amado Fagúndez, Juan Alí Méndez, Isabel Ribas, Luis Alberto Villegas y tantos otros artistas populares que, ahora, llevados al Salón de la Fama por algunos mercaderes del arte, en vida fueron desestimados, burlados, escamoteados y hasta denominados grotescos, por la absoluta ignorancia, artificialidad y abuso de mucha gente.
-    Yo comparto la opinión de Calzadilla, quien dice que Bárbaro Rivas es el pintor venezolano más importante después de Reverón. En cuanto al “alemán”, yo lo conocí, porque en una ocasión se presentó con Bárbaro a la ferretería a comprar unos cartones para el pintor. Era una persona rubicunda y creo que por eso Bárbaro lo llamaba “el alemán”, pero en realidad era español. Su nombre también lo conocí por boca de Francisco D’Antonio, pero como tú no has querido mencionar su nombre, por las razones ya dichas, yo tampoco lo haré. Por otra parte me alegra mucho tu comentario, porque hay personas que piensan que “el alemán” soy yo, algo muy lejos de la realidad. Yo fui un verdadero amigo de Bárbaro.

   
-   Tú has dicho que te diviertes mucho mientras trabajas en tu obra. Eso yo me lo he perdido, pues nunca he tenido la suerte de verte pintar. Ojalá tenga esa oportunidad para de esta manera divertirnos a dúo.
    Pero en cambio yo vi pintar muchas veces a Carmen Millán, allá en Mare Abajo. Eso era un espectáculo, una alegría. Ella reía todo el tiempo mientras realizaba sus cuadros con pintura de esmalte, de la que viene en potecitos de lata. A veces me llevaba un pequeño tocadiscos portátil y algunos discos de Xiomara Alfaro, de La Lupe, Toña La Negra, Daniel Santos, Rolando Laserie y Bobby Capó, que eran sus cantantes favoritos, y al escucharlos la alegría era mayor. Fue una buena época.
    Apolinar, ¿cuándo me invitas a verte pintar?
-    Napoleón, seguramente no viste pintar a Darío Lunar. Tenía una mesa alta, y parado cruzaba la pierna, se sostenía en un pie, y así comenzaba y terminaba su obra. Una cosa increíble. Pero aparte de eso que tú dices que yo me divierto pintando, eso es cierto, yo disfruto mucho mi trabajo, y más lo disfruto porque siempre recuerdo las palabras de tu hijo Sandro Enrique, que cuando le preguntaron en la Sala Cadafe: ¿Cuál es la obra que más te gusta?, él respondió: “La de Apolinar, porque es como un juego”.
    En cuanto a la invitación, queda abierta.


-   Durante el acto del bautizo del libro El Humorismo Gráfico en Venezuela, de Ildemaro Torres, que se llevó a cabo en 1982, en uno de los espacios de Maraven en Chuao, se me acercó un pintor “socialista” y me dijo: “Hasta cuando vas a seguir escribiendo sobre esos pintores de muñequitos”. Se refería a los artistas populares. “Esos hacedores de muñequitos – le contesté – son mejores y más honestos que los pintores panfletarios”. Hasta ahí llegó nuestra amistad…
    Apolinar, yo no creo en el socialismo de un artista que se exprese tan despectivamente de los creadores populares. El verdadero socialista es un ser que respeta las manifestaciones artísticas del pueblo, y que se preocupa y se ocupa, de alguna manera, de solidarizarse con sus necesidades y de serle útil permanentemente. Hay algo de santidad en el auténtico socialista. Es así.
    Deseo escuchar tu opinión al respecto.
-    Mi opinión comienza, como tú terminas. Es así. Pero además, para reafirmar lo que tú has dicho, recuerdo que cuando se hizo un esfuerzo para reactivar los Salones Oficiales, se hizo el Primer Salón de Artes Visuales, y en la inauguración me llamó la atención un revuelo que había en una de las salas, y yo me acerqué para saber qué sucedía, y me encontré que uno de los maestros del arte nacional estaba fúrico, y reclamaba a gritos porque su cuadro lo habían colocado al lado de Bárbaro Rivas.


-   “Yo pinto para no estar triste”. Esa aseveración tuya me encantó. Y me hizo recordar lo que Carlos Marx dijo en una ocasión: “El arte es la alegría mayor que el hombre se da a sí mismo”. Fíjate, Apolinar, qué maravilla lo que hace el arte, que tres personas de pensamientos distintos, de espacio y tiempo diferentes, de vivencias en nada parecidas, como Marx, Carmen Millán y tú, en ciertos momentos se unan “en pensamiento, palabra y obra” para brindarnos la oportunidad de apreciar en las manifestaciones del arte, la más grande alegría que el hombre se da a sí mismo.
-    Una vez, estando en la Universidad Central de Venezuela escuché, un poema de Adriano González León, que se titulaba Un Barco llamado Tomás, él, al terminar su poema, y después de narrar las aventuras del Barco Tomás, dijo: “Ese barco no existe, yo lo inventé para no estar triste”. Y ese fue el primer paso para ir aclarando las confusiones y las dudas acerca de mi trabajo, pero, siguiendo los estudios, descubrí que el arte no es solamente para expresar vivencias personales, sino que es, entre otras cosas, invención, y ese fue el segundo paso para aclarar más dudas, y, finalmente, mucho después, leí una entrevista que le hicieron a Jorge Luis Borges, y a una pregunta que le hizo el periodista, la cual no recuerdo, el gran escritor respondió lacónicamente: “Que cada quien haga su propia catedral”. Tercer punto para aclarar todas mis dudas, y desde entonces estoy construyendo toda mi capillita.
    Yo me divierto mucho cuando trabajo. Mi obra tiene mucho de ironía y también de humor. El tiempo que le dedico a realizar mi labor como artista, es muy placentero, muy divertido. Así ha sido siempre, y espero que continúe siendo así, por los siglos de los siglos, amén.

-   Que así sea, Apolinar.




2 comentarios:

  1. De verdad, una aproximación en primera mano al artista. Gracias hermano por este trabajo

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  2. Gracias querido amigo por tan fiel y respetuosa entrevista, sólo quiero disculparme porque al citar a Juan Calzadilla dije "..Bárbaro Rivas es el pintor venezolano más IMPORTANTE después de Reverón" en vez de "...Bárbaro Rivas es el pintor venezolano más UNIVERSAL después de Reverón". También quise decir "...esos cielos que yo pinto son los caminos que HOLLARÁ el hombre...". Espero que sabrás disculparme.
    Un gran abrazo

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