Napoleón Pisani Pardi
“Si vienen a preguntar tonterías, mejor se van. Hoy tengo el cuerpo malo, como si una furia vieja estuviera revolcándose dentro de mí.”
En el mes de febrero de 1982, y en compañía de Rafael Fernández, visitamos a “El Hombre del Anillo” en Carvajal, una pequeña población del Estado Trujillo. Al abrirnos la puerta de su casa nos dijo, a manera de recibimiento: “Si vienen a preguntar tonterías, mejor se van. Hoy tengo el cuerpo malo, como si una furia vieja estuviera revolcándose dentro de mi…”
Antonio José Fernández. |
- No, no te preocupes, nada más que venimos a oírte hablar y a ver tus trabajos. ¿Podemos?
- Adelante pues.
Su casa, la número 144 de la Avenida Principal de Carvajal, está repleta de rejas. El precio de la popularidad, pensamos. ¿Habrá sido robado?. ¿Será miedo a los visitantes de la ciudad?. Una enorme gallina, que de pronto brincó sobre la cabeza de una escultura sin terminar, interrumpió nuestras elucubraciones acerca de los posibles motivos de las rejas. Entonces nos dimos cuenta de que “El Hombre del Anillo” trataba de enseñarnos una obra que estaba cubierta con un saco de coleto.
- Esta es una de mis esculturas materializadas que recientemente he…
- ¡Espera, espera!. ¿Cómo es eso de esculturas materializadas?
- Muy fácil. Las esculturas materializadas son las que hago mezclando varios materiales, y las naturalistas las que hago con las cosas que me da la naturaleza sin ninguna mezcla, como la piedra y la madera.
Napoleón Pisani entrevista al Hombre del Anillo. Carvajal, Estado Trujillo, 1982. |
Sí, todo artista popular ha creado su propia manera de explicar los mecanismos que emplea en su actividad plástica. Y es un lenguaje tan respetable y determinante, como el utilizado por el artista llamado culto o académico. Por eso es que nos parece perfecta, hermosamente perfecta, la explicación de nuestro entrevistado. Hombre que, además de pintar y de esculpir, escribe cuentos y poemas y reflexiones acerca de las cosas de Dios y de la vida.
“Con balas de broza no se tumban gobiernos. Ni con la violencia se engrandece la patria.
No hay que usar la fuerza bruta, porque el que la usa fracasa.”
Reflexiones como estas, escritas en cartones, llenan las paredes de su casa. Un espacio invadido por sus obras “materializadas” y “naturalistas”, por sus pinturas y escritos filosóficos, y por una gran cantidad de gallinas que, despiadadamente, ensucian con su excremento el tocadiscos donde Antonio José Fernández escucha, con verdadero arrobo, la música de Beethoven, Mussorgsky, Chaikovski y Debussy.
- Antonio, háblanos un poco sobre tu vida, tus inicios en el arte, en fin, sobre lo que tú quieras.
- Nací en el barrio El Corozo de Escuque en 1922, y vivo aquí, en Carvajal, desde hace once años. Mi primera escultura fue un muñeco de barro que hice hace quince años. Ese muñeco tenía la cara larguirucha como la mía. Un señor llamado Salomón, me quiso mandar preso porque, según la gente, se parecía mucho a él… Mi primera exposición me la hizo el doctor Carlos Contramaestre allá en Caracas. Fue en una galería que se llamaba El Techo de la Ballena, creo, si mal no recuerdo, que fue por el año de 1965.
- ¿Te fue bien?
- Sí.
- ¿Qué piensas acerca de la crítica de arte?
- Me parece que es algo necesario para estimular a quienes trabajamos en el arte. Muchas veces, de acuerdo a algunas cosas, hay equivocaciones, pero todos podemos cometer errores. Nada en la vida es completo.
- ¿Por qué te llaman El Hombre del Anillo?
- Por el anillo que me hice en una piedra de río. Lo llevo puesto desde cuando vendía frutas en el mercado de Valera. Eso fue mucho antes de ser reconocido como artista.
- ¿Qué opinan tus vecinos sobre tu trabajo?
- La opinión está dividida. Unos dicen que no soy más que un loco. Otros, en cambio, me respetan y aprecian mis trabajos. Pero creo que eso es natural, no todos están capacitados para comprender a un artista. ¿No es así?
- Es así, siempre ha sido así y será así. Comprender las fantásticas elaboraciones de los buenos creadores, no es tarea sencilla. Una mancha de Miró puede ser, para la persona sensible, todo un universo de maravillas, aunque para el sensato de profesión, sólo una mancha. Es así.
Artículo publicado en la revista KENA en 1982. Fotografías de Rafael Fernández.
En enero del 2006, falleció Antonio José Fernández, “El Hombre del Anillo”.
amo este articulo
ResponderEliminar